No me reconozco como uno de los intelectuales de la danza o el arte en general, no soy un gran pensador ni pretendo serlo, aunque no por esto soy tonto como un poste, pero en esta época de reflexiones profundas respecto de lo hecho y lo que se hará, se ha de desvalorizado el simple impulso creador, (ese momento que esta compuesto de pasión, instinto y gusto) en pos de enarbolar un discurso extra-armado, aparentemente infalible y lleno de adjetivos de mas cuatro sílabas (como enarbolado, por ej.)...
En un acto de infinita soberbia yo podría poner mi “reflexión” en un punto y decir que los demás no están a mi altura, aunque en este proceso elimino cualquier posibilidad de dialogo que pudiese generar con otro y su parecer, dicho esto debo admitir que para mí “porque si” es una razón valida, aunque carezca de peso argumentativo, es decir: el amanecer es un bello momento lumínicamente hablando, plasmado en miles de pinturas, fotografías y películas, pero en el momento en que me siento a contemplarlo, no necesito razones para disfrutarlo, algo similar me pasa cuando veo una obra de danza, teatro o cine... simplemente me gusta o no y esa particularidad no invalida la opinión contraria, por supuesto para nuestro intelectualismo un “me gusta” resulta insuficiente y entramos en profundos análisis teóricos, estéticos e incluso morales respecto del objeto artístico, pero invariablemente nuestros argumentos estarán teñidos SIEMPRE por la subjetividad de nuestro gusto.
Hace tiempo tuvimos una de esas discusiones que no llegan a nada por culpa de un foco y el ser que lo manipulaba... para contextualizar, ocurrió durante una presentación de “De Pies a Cabeza”, solo coreográfico iluminado por un foco seguidor y en este caso lo de seguidor es literal pues el iluminador esta en escena siguiendo a la intérprete con el foco en mano. Por un lado Nélson argumentaba que no puedes poner dos seres en escena sin construir una relación entre estos, por otro lado yo creo que no necesito significar un foco y construirle un vestuario especial al iluminador afectaría directamente la situación que nos presenta el solo, o sea el ESTAR solo, claro que esta también es una convención ya que es imposible que el intérprete (especialmente en danza) esté solo; detrás hay un iluminador, un sonidista o por lo menos el público y no podemos eliminar esta realidad concreta.Honestamente siempre he creído que lo correcto no necesita cuestionamientos y el instinto siempre sabe donde está “lo correcto” y por ende el camino a seguir... el resto es la quinta pata del gato, de tanto buscarla puedes llegar a encontrarla
¿y qué?
1 comentario:
La reflexión y construcción teórica siempre es grata… o por lo menos, cuando nace del desenfrenado ímpetu vericuetico de aportar, dudar, invertir… y al fin y al cabo divertirse en una conversa conceptual sobre el ejercicio de espectar una obra de arte escénico u otro cualquiera… el “por que si”… es un ají en el culo para muchos… pero que mas da, si nuestro trabajo no es para mil espectadores.
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